A Shostakovich le tocó en suerte vivir en simultaneidad con la experiencia socialista que se instaló en Rusia durante casi todo el siglo XX. Era un niño cuando tuvo lugar la Revolución Bolchevique y cuando falleció, todavía faltaba más de una década para la "perestroika" y la "glasnost". Compuso a una proporción importante de sus obras durante el ambiente opresivo de la Guerra Fría y en consecuencia, no puede pedirse que abunde la luminosidad en sus creaciones. Pero sí la fortaleza.
En primera instancia, Debussy compuso en cercanías de la poesía que le fue contemporánea, en particular Verlaine y Baudelaire. Respiró la agitación que acostumbraba a latir en París en la segunda mitad del siglo XIX y tuvo que convivir con los horrores de la guerra franco-prusiana. Durante su existencia, no faltaron los episodios que le empujaran a romper con el Romanticismo y a encontrarse entre los fundadores de un nuevo momento de la música: el Impresionismo.
¿Qué tienen en común el ruso y el francés? A los efectos de esta crónica, que los repertorios que concibieron para dos pianos fueron elegidos por Patricia Vila y Fernanda Morello para plasmarse en un disco recientemente. Pero además, buena parte de ese material integró el concierto que el sábado por la noche el dúo brindó en el Hotel Tunquelén, en el marco de una propuesta pocas veces vista y oída en estas latitudes.
A esta altura de los acontecimientos, se sabe que las temporadas musicales que se instalan en ese escenario poco tienen de complacientes. En ese sentido, la música académica comparte varios de los "tics" que sufre su hermana, la popular. Se puede optar por recrear repertorios que sean de fácil digestión para la mayoría de la gente, o bien transitar por caminos que bordeen los precipicios, dejarse embriagar por contornos riesgosos y explorar formatos poco visitados.
Hasta el momento, Patricia Vila y Fernando Morello eligieron la originalidad y mal no les va. Conforman un dúo de pianos, formación que quizá sea la menos difundida de la música de cámara. Los resultados están a la vista: como comentábamos en la previa, el disco en el cual grabaron las obras completas de Shostakovich y Debussy se metió en la historia, no sólo por obtener el Premio Gardel 2006 al mejor trabajo de música clásica, sino también porque pasó a revistar en el sello internacional EMI Classic. "Este acontecimiento las convierte en las primeras artistas argentinas que acceden al prestigio sello con una producción íntegramente local". Quizá si se hubieran dedicado al vastísimo repertorio que existe para piano –solo-, los logros serían de otra trascendencia.
Nada fácil
Para inaugurar la primera parte de su presentación barilochense, las artistas interpretaron "Lindaraja", de Debussy, un trabajo donde los colores del impresionismo tienen que convivir con cierta cosa tortuosa. Patricia Vila había alertado: salir del francés para meterse en Shostakovich y viceversa, no es para cualquiera. El contraste quedó en evidencia cuando sonaron las primeras notas de la Suite op. 6 del ruso: contundencia, grosor, el drama y la alegría, escapes hacia Oriente o la España mozárabe, elegancia y vértigo. No, nada de complacencia.
¿Qué fantasmas habrá expulsado Debussy mientras componía "En blanc et noir"? Recorridos que suenan muy actuales, atmósferas sutiles y tan delicadas, que al instante siguiente se hacen añicos. Pasajes sombríos que dejan paso a ritmos alegres, de devenir impredecible. No, no están tranquilas las intérpretes. La obra no da ni pide resuello, pero el dúo sortea con soltura el peligro que eligió enfrentar.
Para el final, una obra de Poulenc: "Capriccio d’aprés Le Bal masqué". Ni más ni menos, un auténtico capricho. Una charla entre dos pianos, conversación que de tan poco visitada, monopoliza la atención con insistencia. Recién en la interpretación fuera de programa llegó la relajación, el autoagasajo, la tranquilidad: "El jardín de las hadas", de Ravel, a cuatro manos en el piano cuyos destinos había comandado Patricia Vila. Una despedida nostálgica que no sólo cerró la presentación, también es el último "track" en "4 manos" el primer disco de tan convincente dúo. Música y formato que en esas manos aglutinan sensaciones. Belleza que perturba.
ADRIAN MOYANO